SENTIMIENTO DE CULPA



El sentimiento de culpa tras el divorcio es un sentimiento común a la mayoría de divorciados. No solo nos preguntamos que hemos hecho mal, si no que repasamos mentalmente nuestra vida viendo errores y equivocaciones constantes. La sociedad enseña que el matrimonio es para siempre y aunque no seamos religiosos, esta idea se encuentra arraigada en el inconsciente colectivo a través  de diversas y numerosas fábulas. 

En los momentos posteriores tras el divorcio surgen toda una serie de sentimientos contradictorios y a veces nada saludables. La culpa es una de ellas y es un lastre que nos retrae a nuestra anterior vida y que nos afectará en la que empezamos. Si ha sido nuestro compañero quien nos ha dejado no podemos dejar de pensar que hemos hecho y que hemos dejado de hacer para que ello suceda y si hemos dejado a nuestra pareja por otra persona nos sentimos culpables por abandonarla. 

La vida no deja de ser un seguido de sucesos cambiantes que muchas veces no podemos controlar. Adaptarnos a esos cambios constantes y mirar hacia delante es lo que nos hará avanzar y evolucionar. Está claro que debemos aprender de nuestros errores, pero anclados en nuestro pasado ello nos impide mejorar en el futuro. Una pequeña dosis de culpa siempre es eficaz para poder avanzar, rectificar y reparar daño si lo hemos causado, pero cuando la culpa insana nos impide vivir el presente. Cuando eso sucede debemos detenernos y pensar seriamente en ello.

La decisión de separarse es dura, pero casi siempre en una decisión tomada con tiempo y valorada en su medida. La culpa tras el divorcio nos impedirá rehacer nuestra vida si estamos solos y seguir con la relación con otra pareja si es la decisión que tomamos. Ello provoca que este sentimiento afecte a toda persona que nos rodee, hijos, familiares, nuevas parejas... pudiendo ser estas nuevas relaciones tan infelices y destructivas como nuestra anterior vida. 

Si estamos solos la culpa nos hará caer en un bucle que nos impedirá establecer nuevas relaciones si no superamos la pérdida anterior. Una autocrítica exagerada puede llevarnos a la autodestrucción y perder así todo nuestro tiempo y energía en ello. Así, lamentándonos en el pasado nos evadimos de nuestros problemas presentes intentando atraer el perdón y la compasión de los demás.

Para salir de esta situación, hay que mirar hacia uno mismo, con nuestros defectos y todo lo que podamos mejorar, sin magnificar los sentimientos negativos y manteniendo los aspectos positivos. Habrá que hacer un reset, eliminando los prejuicios sociales adquiridos e intentar ver las cosas con objetividad. Quitarnos ese complejo de lástima, levantar la cabeza, mirar hacia delante, vivir el presente y planificar nuestro futuro.

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